Más de una vez he pasado por aquella sala del museo.
Aquella sala que tan amargo recuerdo me trae. En el centro de la sala hay un
cuadro y en él, el retrato de una mujer sentada., con las manos en el regazo y
la cabeza alta. Su vestimenta es sin duda es victoriana igual que el hombre que
posa su mano en el hombro de la mujer. Los dos miran al frente.
Ese debía haber sido yo. No me refiero a estar en
esa escena. Yo debía estar con esa bella dama. Yo crecí con ella y el propio
tiempo me la arrebato. Un accidente. Recuerdo cómo la vi caer en aquel portal.
La vi caer a través de los cristales del laboratorio en el que trabajamos.
Aquel había sido el precio por haber conseguido crear una puerta temporal. No
se puede jugar con el tiempo. No podemos creernos dioses.
Por eso me sonaba la dama del cuadro cuando vine con
ella a visitar el museo. Incluso desde la pintura me aviso y no pude salvarla.
No fui lo suficiente rápido. Tarde días en recordar el cuadro, muchos. Me
volvía loco pensando que estaría perdida en cualquier época, en cualquier
lugar, e incluso llegué a pensar que estaba muerta. Y de repente lo recordé. Fue cómo un jarro de agua helada, fue un duro golpe. Y fue peor cuando lo vi la primera vez tras su desaparición. Era una verdad dolorosa. A pesar de todo, ella había seguido adelante en el pasado, había logrado vivir una vida y parecía realmente buena. Creo sin duda qué lo qué más me dolió fue pensar que podía haberme olvidado y mi lado egoísta odiaba a aquel hombre que estaba a su lado. Era de locos. Odiaba a una persona que ya había muerto hace mucho tiempo.
Ya nada importa. El viento se la llevo y yo me quede
anclado al presente pensando en alguien que ya estaba muerto en el instante en
que la perdí. Me aterra la idea que cuando estaba aquí pudiera estar ya muerta
en el pasado. Esto es una locura. Me voy a volver completamente loco.