AVANCE: 38.130
¡Buenos días/tardes/noches! Aquí vengo tras una buena racha de escritura esta última semana y algo más. Nunca creí que escribiría tanto ni que me lo tomaría tan en serio. Hay partes que me gustan más que otras y cosas que seguro cambiaran en la revisión pero estoy contenta con el resultado, de hecho todavía no me llego ni por la mitad de la historia.
Llevo 38.130 palabras y todavía me queda día para seguir escribiendo. Intentaré llegar a las 40.000 y así en dos o tres días terminar con un poco de suerte el reto pero no lo de escribir. Pienso llevar esta racha de escritura para poder acabar la historia y así revisar la otra que tengo pendiente y dejar esta reposar.
Aunque no participéis en el reto os recomiendo escribir a diario, se avanza mucho y vale la pena escribir al menos una sola palabra por día. Y si tenéis la aplicación de Writeometer en Android, es muy gratificante ir viendo como la racha de escritura va aumentando y ves que llevas 17 días escribiendo de seguido. Ya os hablaré más adelante de esta herramienta, es muy útil. Ahora ya me centro.
Pensé en hablaros hoy de la protagonista y la historia pero prefiero dejarlo para la tercera y espero última parte. Hoy no os pongo imágenes del progreso porque mi ordenador ya va en sí lento y no quiero tirarme aquí el tiempo suficiente para que encuentren un esqueleto escribiendo a ordenador. Por eso os dejaré un fragmento de la historia que no da ningún spoiler ya que es una pesadilla significativa para la protagonista. Aquí os la dejo, espero que os guste ^-^
Fragmento perteneciente al Capítulo 8
La oscuridad envuelve
a una niña. La niña es delgada, tiene los ojos apagados, sin brillo y el pelo
cae con un color marrón desgastado por su espalda en una maraña de rizos.
Frente a ella hay un espejo y dentro está el reflejo de una joven de piel bronceada.
Tiene los ojos color café, sin brillo, pero muestran fuerza, una fuerza que la
pequeña quiere tener. No hay nadie más, ni tampoco nada más. El resto es
oscuridad. El silencio quema sus oídos como si fuera un grito agudo y afilado.
La joven del espejo golpea la superficie. Quiere salir y la niña sólo tiene que
romper el espejo para liberarla.
Tiene tanto miedo…
Ella parece tan fuerte, parece una escultura. Pone la mano en el cristal, su
pequeña manita toca la de la joven. Y la siente. Esta helada pero su rostro no
lo muestra. Su rostro no tiene emoción.
No llora.
Es fuerte.
Tiene coraje.
No parece débil.
No habla.
Es lo que ella quiere
ser, es lo que prometió. La joven vuelve a golpear el cristal. Un golpe seco
que hace vibrar el marco del espejo. La joven articula los labios pero las
palabras no brotan.
La niña se esfuerza
pero no sabe lo que intenta decirle. Le pregunta, le contesta y su voz si se
oye. Su vocecita se quiebra y se dice a si misma que debe tener coraje.
La joven vuelve a
golpear el cristal, esta vez vibra el suelo entero. La oscuridad es más densa y
el frío envuelve a la niña. Coraje y valor, coraje y valor, la niña alza la
mano. Tiembla. Mira a la joven. Tiene que liberarla.
Golpea el cristal con
toda la fuerza que puede y este se hace añicos. El espejo desaparece y la joven
está allí parada. La mira sin mirarla y su mano, antes alzada para golpear el
cristal, cae a la altura de su cintura. Sus labios se cierran y sus ojos
también. Sus piernas se doblan y cae al suelo.
Un crujido se oye en
la oscuridad y la joven queda tirada en el suelo, hecha añicos como una
escultura de piedra. Alrededor de ella hay un charco de sangre. Piedra y
sangre. La niña camina para atrás con lágrimas en los ojos y entonces ve su
nombre escrito en la espalda de la joven. Esa era ella. Esa era ella. No. No.
No. La repetición le provoca más escalofríos y camina con el terror que la
invade.
Una sombra aparece
frente a ella, es gris y parece de vapor. Pero es real. Ella lo sabe. Se da la
vuelta y comienza a correr sin mirar atrás. Sabe que la persigue. El silencio
ya no es silencio, el vapor hace un sonido casi imperceptible, como el de una
hoja rasgándose, como una flor cuyos pétalos caen, como la respiración agitada
de la joven que ha sustituido a la niña corriendo.
La joven corre, corre
hasta sentir dolor bajo sus pechos. Corre hasta quemar la planta de sus pies. Y
tiene que detenerse. Un precipicio se dibuja de pronto delante de ella. Le
aterra el vapor que la sigue y no quiere que la alcance. Antes de decidir mira
atrás y la sombra es cada vez más grande. Da un paso atrás y una piedra cae. No
hay más.
El precipicio, la
sombra y ella. Y el escenario es negro, completamente negro y con olor a
muerte. Da otro paso atrás, cierra los ojos y se deja caer. Deja ir el aire retenido
en sus pulmones y una sombra surge de ellos. Pero no puede abrir los ojos, no
puede ver como la sombra que ha creado derrota al fantasma que la sigue, no
puede porque sus ojos se han cerrado para siempre, en una última melodía,
desgarradora y grave…
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