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Todo estaba preparado, cada mesa, cada ventana, cada lugar del gran salón. Faltaban pocas horas para el baile y poco a poco, a modo de cuentagotas, los coches escupían lujosas damas y elegantes caballeros. Habían oído hablar de la anfitriona del baile. Cómo no oír grandezas sobre Kashia Rosetti. Todo estaba engalanado para celebrar el cumpleaños de la misteriosa dama. Se decía que muy pocos la habían visto y muchos menos conocido. Las lenguas decían que por allá donde pisara el mundo se arrodillaba a sus pies.
Si les hubiesen preguntado en una fiesta de una anfitriona
que conociesen responderían que iban por la comida y sólo por ella, pero en esa
ocasión todo era distinto. Iban sólo por la curiosidad de ver a la mujer
escondida tras los rumores. Las damas para asegurarse que su belleza no era
tanta y estudiar a aquella rival con aire de fantasma. Los hombres para
admirarla y contemplar lo que ellos denominaban una mujer única, rica y
hermosa. Una mujer que parecía tenerlo todo.
El reloj daba a golpes
los minutos y la espera se hacía larga. La música resonaba con armonía por el
enorme y lujoso salón. Algunas parejas bailaban bajo la luz de la gran lámpara
de araña que colgaba del techo. Algunos comían todo tipo de aperitivos
dispuestos en las largas y blancas mesas de los laterales del salón. Bebían un
poco, manteniéndose con la mente clara para conocer a la mujer que estaban
seguros aguardaba tras la puerta al final de las grandes escaleras que
conducían a aquel lugar. Todos sin excepción charlaban sobre cómo podía ser
ella.
Y la espera termino. Un alto y escuálido mayordomo abrió la
gran puerta, oscura y llena de detalles que mostraban la riqueza de la mansión.
Anunció a la mujer y cuando apareció, todos, hombres y mujeres, quedaron
estupefactos porque los rumores no eran ciertos. La belleza no era tal, era
mucha más, tenía una hermosura espectral.
El cabello pelirrojo se mezclaba con mechas negras y sus
labios rojos hacían destacar su pálida piel. Y sus ojos, todos los contemplaban
maravillados, hipnotizados y embelesados. Eran dorados, de un dorado brillante
y rodeado por ojos definidos en negro. Su porte era de quien lo tiene todo.
Sonreía con orgullo y miraba a sus invitados con aires de superioridad.
Si alguien se hubiera molestado en mirar a los lados hubiera
advertido que todas las puertas estaban cerradas y custodiadas por pálidos
guardias. También hubiera visto que no llevaban armas pero que miraban a la
gente con la misma superioridad que su señora. La gran puerta se cerró y todo quedó
a oscuras. La luz de la lámpara se apagó y todo quedo en silencio.
La sala comenzó a
iluminarse con la tenue luz de las velas. Vieron a Kashia bajar lentamente por
las escaleras acercándose a los invitados que la miraban hipnotizados. Los
acariciaba como si fueran mascotas y se reía de ellos. Parecía disfrutar
jugando con el deseo de aquellos humanos. Cuando veía a una mujer la empujaba
levemente y le susurraba al oído animándola a revelarse contra sus maridos.
Jugaba con los hombres con profundo desprecio. Todos estaban
en un trance que les impedía querer escapar, ver más allá de los salvajes ojos
de la dama. En un momento dado Kashia abrió la boca y sus perfectos y blancos
dientes se transformaron en una hilera que era interrumpida por dos afilados caninos
en la parte superior y en la parte inferior. Se acercó a un joven de piel
bronceada y con sus manos le sujeto la cara clavandole sus uñas. Le hizo sangre
y acto seguido inclino al joven hacia la derecha. Con una rapidez antinatural
clavó sus dientes y absorbió cada gota de sangre de las venas del joven.
Todos parecieron salir de la hipnosis cuando cayó el cuerpo
inerte del joven. Unos gritaron y otros corrieron. Kashia camino con parsimonia
entre ellos, sin pestañear ante el caos. Fue tocando a varios con las manos
manchadas de sangre. Algunos guardias los agarraron y se los llevaron. Muchas
mujeres perfectas para ser transformadas para el servicio y algunos hombres
para renovar la guardia. Los que quedaron, que eran más de la mitad, fueron
saboreados por los guardias y los mejores ejemplares humanos fueron devorados
por la hermosa vampiresa, Kashia Rosetti seguía siendo la mujer más misteriosa
de la sociedad. Nadie supo jamás que ocurría en aquel salón en cada fiesta.
Muchos entraban, nadie salía y a nadie le extrañaba. La ciudad estaba bajo el
embrujo de Rosetti, del que parecía ser que nadie podía librarse.
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